A ver #Trendlovers, no me van a dejar mentir, pero todos los mexicanos nos pintamos solos a la hora de entrarle duro al picante. Que si la salsa en los taquitos, que si el chile en el elote, e incluso, hasta en los postres nos encanta el chile.
Pero ¿ustedes saben por qué nos sigue gustando a pesar de que casi perdemos la lengua cada que lo probamos?
El secreto de este dolor “rico” está en el torrente sanguíneo. Primero, provoca una sensación de dolor, que se envía al cerebro. Para aliviar este dolorcito, nuestro cerebro activa un mecanismo de defensa liberando endorfinas, neurotransmisores que bloquean la capacidad de que los nervios transmitan señales de dolor.
Luego, libera dopamina, otro neurotransmisor responsable de darnos un sentimiento de placer y recompensa.
Y chéquense nada más a este otro dato, porque el picante puede ser adicto para muchos, aunque, por sus compuestos, no desarrolla una dependencia, como pasaría con el tremendo consumo de cafeína.
Así que, comer chile, así como mirar una película de miedo, aunque es inofensivo, nuestro cuerpo piensa lo contrario. Además, el humano es biológicamente tan aventurero, que siempre busca estas experiencias que lo hagan dar un giro emocionante e inesperado a su vida.
Y a ustedes, ¿qué tanto les gusta el chile?